JULIO CESAR BRICEÑO
SINTESIS DE LA OBRA ESCULTORICA
(Eduardo Planchart Licea)
…La síntesis,
equilibrio, misterio y dualidad, el ludicismo y el encanto de la
obra escultórica de Julio César Briceño, surgen como el largo peregrinar
de volúmenes que transforman continuamente sus temáticas desde lo
primigenio hasta lo contemporáneo. Vive influencias tan diversas
como las del arte prehispánico
y el modernismo. Julio César ha transmitido a sus obras ese carácter
propio que poseen y esa cualidad formal de asumir volúmenes monumentales
independientemente de las dimensiones...
EL AMOR Y LA VIDA (1973-1979)
El tema de la mujer
es una constante a lo largo de la obra de Briceño,… es una iconografía
centrada en el amor y la vida, sentido que el escultor venezolano recoge
cual legado en piezas como Encogimiento
(1973); Recogimiento (1973); Atrapada (1976).
Con estos logros,
que están presentes en sus investigaciones de los años setenta relativas
al símbolo del huevo, proceso que deriva en las series Esculturas lumínicas y Morulas (1971), el artista fundamenta
sus volúmenes en estructuras embrionarias y moleculares. Esto sucede
en paralelo a su serie precolombina en arcilla, terracota y cerámica,
donde reinterpreta nuestro legado matriarcal en la serie de diosas
precolombinas venezolanas, de 1974.
EXPRESIONISMO SIMBOLICO (1980-1989)
De esa época derivada
de lo embrionario (1980-1983) nacen piezas como Huevo andante (1981), Nacimiento
del huevo (1981), El principio de
todo (1982), entre otras.
Los rostros flotantes de niños, plácidos,
ensoñados, son otra línea de investigación propia de los 80; de ella
destacan obras como Ensueño
(1980), Tristeza (1980) y Ternura (1980).
Esta etapa se
puede considerar vinculada con las Piedras,
de mediados de los 80, entre las que destacan Piedra pensante (1983), Piedra
cosida, (1985), Piedra de tranca
(1985).
En estas series
se forjan los fundamentos de la mitología individual del escultor,
las pautas del dualismo y el simbolismo que dominarán sus próximas
esculturas, donde establecerá una pugna simbólica y filosófica
entre la piedra como representación de lo perenne, trascendente, telúrico,
en oposición a lo que lo cubre o deja brotar. El dualismo piedra-tela, piedra-mujer, se desarrolla aproximadamente entre 1983 y
1985. Se establece una relación entre piedra y humanidad, donde cada
escultura esconde su propia verdad a través del expresionismo simbólico.
En unas piezas se aprecia el predominio del espíritu sobre la materia,
como ocurre en Mujer con niño (1984)
y Estado de Mujer (1986); en otras
se plantea una dialéctica opuesta, como en la Miss
(1986), donde prevalece la materia sobre el espíritu, la racionalidad
sobre la irracionalidad.
Otra serie resalta
el equilibrio entre la materia y el espíritu, estado ideal donde lo
racional y lo irracional son capaces de verse cara a cara en una búsqueda
de la verdad. Estamos, por tanto, ante piezas que se fundamentan en reflexiones
estéticas-simbólicas, y en términos plásticos estos conceptos le
ayudan al artista a acentuar la ligereza del volumen a través de la
síntesis visual.
TENDENCIAS ANTROPOMORFAS (1989-1992)
Al liberarse de
la tirantez que se establecía entre la piedra y la figura, y del dualismo
cromático en las pátinas, el escultor asume una figuración con tendencias
antropomorfas, pues tiende a utilizar en su figuración partes de diferentes
etapas de la evolución del ser humano y de otros reinos. A principios
de los noventa retorna a la pátina completamente negra y a estructuras
envolventes que caracterizan obras como Después del pecado II, (1991); Dentro
de sí, (1991); Invierno (1992).
El retorno a estos volúmenes centrípetos
donde los cuerpos se funden, busca la unidad primigenia mediante un manejo
más virtuoso de la anatomía humana. La dialéctica visual que genera
el brillo, la negrura de las pátinas, hacen de ellas una sola unidad
que abarca el período 1989-1992 Julio César retorna a la piel, como capa
etérea del Ser, más allá de su realidad fisiológica. Sigue manteniendo
sin embargo algunas constantes: la abstracción de los rasgos faciales,
la despersonalización, las manos y los pies como verdades simbólicas.
DUALIDAD MATERIA-ESPIRITU (1993-1997)
La dualidad materia-espíritu empezará a radicalizarse desde 1993 con
nuevos elementos, para dar inicio a una serie donde se establecerá
la oposición con lo arbóreo. Esto se manifiesta en las texturas de
las indumentarias que cubren estos cuerpos, en las manos que semejan
hojas, tal como se observa en Cómoda
en columpio (1996). El artista logra la ligereza escultórica a través
del juego con la gravedad propia de los columpios y péndulos. Lo arbóreo
se presenta no sólo en alguna área anatómica sino en el sostén de los
columpios, sillas, péndulo, tal como se evidencia en Estoy en Paz en mi columpio en el resto de
paisaje que me queda (1996), Estoy
parada en mi columpio (1997). Se
crea un juego con la gravedad
similar al que se da entre la hoja y la rama; de hecho casi todos sus
columpios son un trío de hojas ubicadas en el vértice del tallo, vinculado
al culto a las diosas griegas y a las pitonisas.
En las esculturas
sobre sillas con sostén de troncos, la metamorfosis de la figura convierte
a estos personajes en seres de una otredad. Y al ubicarlos en esas posiciones
el artista enfatiza este sentido y va enriqueciendo su propia mitología
creativa, en la que predomina el sentido de comunión cósmica, de
reintegración de la naturaleza. Esto se evidencia en algunos de sus
pensamientos:
Pensadora
en taburete, 1997
intenta pensar el pensamiento y así
lograr
nuestra reintegración en la naturaleza
que todo lo tiene y todo lo da
Después
de pecar, 1997
siempre sentimos
que no podemos confiar en la naturaleza
humana,
porque de alguna manera estamos
imbuidos en la idea
del pecado original
Nido
de Amor, 1997
es símbolo de hogar feliz.
¿Existe alguna diferencia entre
una casa
y un nido de pájaros?
En realidad no, pero tenemos
en nuestras mentes la idea
de que la naturaleza está de alguna
forma
fuera de nosotros
Merecido
descanso, 1997
a todas las mujeres dinámicas
que dejan suceder las cosas naturalmente,
a través de la relajación.
DE DIOSES Y DE HEROES (1998-1999)
La serie De dioses y de héroes (1999), recrea mitos y dioses griegos. De ellos
están representadas las deidades más importantes para las artes: Las musas (1999), Eros y Psique (1999), Dionisio
y Ariadna (1999).
Son piezas en las
que predomina el péndulo-lunar y la mujer o diosa, que toma al péndulo
en el centro con sus manos, como símbolo de la relación que se establece
en esta civilización entre la mujer, la luna y la vegetación. Esto
explica el zoomorfismo formal que se observa en Si da miedo (1998), Pendulando
(1998) y en Pensando en columpio
(1998).
Son volúmenes
dominados por una misteriosa mujer, volátil, sentada, que pareciera
estar pensando en los movimientos del universo y en sus consecuencias
en la vida del ser humano, pues su lenguaje gestual la dirige a la introspección;
estos elementos la convierten en figura arquetipal; en amante, madre
y bruja. Sobre un péndulo lunar su rostro se asimila a un búho, con reminiscencias
filosóficas; esta simbología nace por el hecho de que esta ave de rapiña
nocturna se alimenta de noche, a diferencia de otras aves. Como el búho,
el sabio medita mientras los demás duermen o ignoran su condición, y
de estos ejercicios espirituales brota gran parte de los sistemas religiosos
y filosóficos. Estamos ante tres imágenes con fuerza emotiva y ancestral,
que remiten al conocimiento como camino existencial en la vida.
ECUESTRES, HUELLAS DEL PASADO Y UNION (2000-2004)
Del 2000 al 2004 surge con impulso inusitado el tema
del caballo y el jinete, no como fuerza oscura y terrorífica propia
del romanticismo, sino para establecer
un clima lúdico, como se hace presente
en la escultura Galopando
(2000). El equino es materializado desde diversas perspectivas que
lo llevan a retornar a lo atávico en
la serie Huellas del pasado.Cabalgando
prehistoria (2001). En ella se establece una variante estilística
al lograr la levedad de esculturas grupales, centradas en la familia,
a través de juegos tramados en piernas y pies, que simbolizan la unión
familiar como paso a la fraternal tolerancia: Todos juntos a caballo, 2001.
Parte de los dones
de la obra de Briceño no están centrados en lo bello, un criterio subjetivo
que, como la sociología del arte ha demostrado, depende del marco
cultural e histórico, pues cada grupo social va creando concepciones
determinadas del gusto que provocan las concepciones de belleza que
asume, no sólo como vía de deleite estético sino también como objeto
de consumo: Levitando con papa y mama (2002), Sentimientos (2003) y Amazona por Sur America (2004)
(Eduardo Planchart Licea- 2004)
JULIO CESAR BRICEÑO
DIOSAS DE AYER Y DE HOY
(Mauricio Villas)
DIOSAS DE AYER Y DE HOY. (2005- 2009)
Julio César Briceño es
entre los escultores venezolanos y Latinoamericanos que dominan los complejos
procesos de fundición en bronce, quizás uno de los de mayor experiencia
profesional. De esta experiencia de más de cuarenta años, paralelamente
aplicada al retrato y a la elaboración
de obras monumentales, ha derivado un lenguaje novedoso en el cual conjugan
la visión imaginativa y un estilo caracterizado por la concisión y claridad de
sus formas figurativas.
Siempre fascinado
por la capacidad del cuerpo femenino, Briceño, sigue investigando los volúmenes del arte
primitivo, alimentándose de la imagen de la mujer contemporánea universal,
encontrando en aquellas diosas de ayer y
de hoy, la inspiración creadora de sus Musas, Venus y Deidades, trilogía
del artista, para declamar una sinfonía escultórica y cantar una poesía de
volúmenes: Deidad contemporánea (2007),
Deidad Tacarigua (2007), Deidad Valencioide (2007), Amermatria (2008),
Amerlatina (2008) y Amerindia (2008). (Mauricio Villas)
LIBERTAD, EMOCION Y ALIENTO ESTETICO.
2009 – 2015
Paralelamente a su
oficio de escultor y fundidor de estatuas, Julio César sigue desarrollando la sencillez, la delicadeza y un mensaje cargado de significado, no renuncia al don de la
LIBERTAD de hacer lo que su EMOCION y ALIENTO ESTETICO le indican.
CONFIGURANDO
RELIEVES
DIALOGANDO
CON EL VACIOS
INTERCALANDO
PERFILES
RETORNO AL ORIGEN
2016 – 2017
El arte prehistórico y
prehispánico siempre han sido mis fuentes de inspiración, en ellos encuentre en los años setenta, el realismo y
la abstracción de mi Libertad Plástica
que aun hoy, le dan sentido a mi estructura mental.
“La sensación permanente de regreso al orígenes,
me vincula de manera biológica a mis ancestros.”
(Julio César
Briceño)
Tomar del arte
primitivo parte de su esencia y volverla contemporánea, son actualmente las
directrices estéticas de mi
planteamiento creativo. Se basan en una
nueva proporción de la figura, de la elegancia sensual de la forma y la
estilización de una moderna actitud. Por suerte me dominan la libertad y simplicidad
de líneas, la seguridad en el movimiento
y el simbolismo mágico que con gran claridad irradian espiritualidad y
fecundidad.
Lo que en realidad
pretendo es establecer unas nuevas formas estéticas, profundos sentires
anímicos y como todo arte donde el origen es lo ancestral, recuperar algo de su
historia, recobrar la esencia de la diosa - mujer – amante, reivindicar la sencillez de las formas e
interpretar la expresividad directa.
“Mi conducta estética viene del arte primitivo,
me da la capacidad de percibir en sus Ídolos,
la mirada bajo la cual, el volumen se convierte en
sentimiento,
dando origen a la expresión tridimensional de mi vida interior.”
(Julio
César Briceño – Abril 2017)